Desplazamiento a Abla

            La Casa de Melilla en Almería ha vuelto a celebrar una nueva edición de su, ya clásica, actividad “Conozcamos Nuestros Pueblos”, visitando en esta ocasión la localidad de Abla, municipio que se encuentra en el valle del río Nacimiento, entre las sierras de los Filabres y Nevada, teniendo una parte de su término municipal dentro del Parque Natural de Sierra Nevada, siendo el penúltimo pueblo almeriense en la ruta entre Almería y Granada.

            En un día con claros y nubes en el cielo, la expedición salió del Zapillo almeriense a las nueve horas y después de un recorrido de, aproximadamente, unos cuarenta y cinco minutos en los que el autobús se veía continuamente cimbreado por el fuerte viento reinante, se llegó a la población, donde en su entrada, les esperaba el alcalde don Antonio Ortiz Oliva.

            El primer edil recibió a los melillenses, les dirigió unas palabras y se dirigieron al cercano mausoleo romano, existente en la entrada de la población. Este mausoleo, del siglo II, donde estuvo enterrado un tribuno romano residente en la ciudad, ha sido rehabilitado por el Ayuntamiento. Después de esta primera visita los expedicionarios se dirigieron, andando por las empinadas calles del pueblo, hacia el Ayuntamiento.

            En el salón de plenos de la Casa Consistorial, la primera Autoridad se dirigió de nuevo al grupo para darle la bienvenida oficial y hablarle de la historia, presente y futuro de esta población almeriense. Entregó a Lola Ruiz, la presidenta de la Casa de Melilla, de unas bellas láminas de la localidad. Lola agradeció su acogida y sus palabras, haciendo entrega de un ejemplar del libro “Melilla Viva”.

            Acabada esta visita y después de la foto de rigor del grupo con el alcalde, se dirigieron a la cercana Iglesia Parroquial de la Anunciación, templo del siglo XVI, aunque su fachada es del siglo XVIII, cuya historia y características fueron explicadas por el propio alcalde.

            Finalizada la visita al Templo, el grupo se dirigió al Mirador de la Fuente de los Granaíllos, desde el que se divisa una magnífica panorámica del Valle del Nacimiento y de la Sierra Nevada almeriense.

            Y ya, de nuevo paseando por las calles de la localidad, los melillenses hicieron las compras de rigor, en este caso, pan, mantecados y embutidos caseros y se dirigieron hacia el restaurante “El Pintao”, donde dieron buena cuenta de la comida que se les había preparado.

            Acabada la comida otra vez al autobús para recorrer en sentido inverso a la mañana, los algo más de sesenta kilómetros que separan esta población de la capital almeriense, donde llegaron, dando fin a este día, al filo de las siete de la tarde.

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